Las crónicas de Bernal Díaz del Castillo nos cuentan que fue Hernán Cortés quien trajo los primeros caballos a México-Tenochtitlán.

Antiguamente los caballos se utilizaban únicamente para los trabajos agrícolas y ganaderos de las haciendas y ranchos. Al extenderse su uso, los trabajadores desarrollaron mayores habilidades en la doma de su caballo, de esta manera surge la charrería convirtiéndose en un entretenimiento para los lugareños.

Durante la Revolución Mexicana muchas de las batallas fueron protagonizadas por los charros, que por su destreza y valentía se les nombró por decreto presidencial: “Fuerza y Reserva del Ejército Mexicano”.

Actualmente los charros muestran al mundo su tradición con orgullo, manteniendo viva esta práctica, que identifica a México.

En diciembre de 2016 la UNESCO declaró “La Charrería, tradición ecuestre en México”, Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.